9

 

PLATAFORMA NACIONAL PARA LA REDUCCIÓN DEL RIESGO DE

DESASTRES, MECANISMO EFECTIVO DE GOBERNANZA PARA LA FORMULACIÓN E IMPLEMENTACIÓN DE POLÍTICA PÚBLICA

NATIONAL PLATFORM FOR DISASTER RISK REDUCTION, EFFECTIVE

GOVERNANCE MECHANISM FOR THE FORMULATION AND IMPLEMENTATION

OF PUBLIC POLICY


Natalia Andrea Silva Bustos1

 

Resumen

La Plataforma Nacional para la Reducción del Riesgo de Desastres, conformada en Chile en 2012, surge como un eficiente mecanismo de coordinación multisectorial en el país para abordar —formal e institucionalmente— la gestión del riesgo de desastres, dado su carácter transdisciplinario y representativo de los diversos actores que conforman el Sistema Nacional de Protección Civil. Bajo su alero se han elaborado e implementado ya dos instrumentos de alcance nacional y sus respectivos productos derivados, alineados a los marcos internacionales referentes vigentes a los que Chile ha adherido. A partir de la política y el plan estratégico nacional se han establecido las directrices para que la aplicación de diferentes instrumentos estratégicos y operativos, en los distintos niveles territoriales, genere una adecuada sinergia en el sistema. En el entendido de que la reducción del riesgo debe ser abordada de manera holística y transversal, esta plataforma representa un caso de estudio que evidencia la eficacia del compromiso coordinado de múltiples organismos, esfuerzo necesario en países como Chile, de alta exposición a distintas amenazas y con variedad de factores subyacentes del riesgo de desastres.

Palabras clave: gestión del riesgo de desastres — gobernanza — políticas públicas gestión pública alianzas público-privadas


 

1  Jefa del Departamento de Gestión del Sistema Nacional de Protección Civil, Subdirección Nacional, de la Oficina Nacional de Emergencia; ingeniera civil, mención Estructuras y Construcción, magíster en Ciencias mención Geofísica.


 

Abstract

The National Platform for Disaster Risk Reduction, formed in Chile in 2012, emerges as an efficient multisectoral coordination mechanism in the country to address —formally and institutionally— disaster risk management, considering its transdisciplinary and the representative nature of the various actors who form the National Civil Protection System. Under its auspices, two instruments of national scope and their respective derivative products have already been developed and implemented, aligned with the current international frameworks to which Chile has adhered. Based on the Policy and the National Strategic Plan, it has established guidelines for the generation of suitable synergy in the system through the application of different strategic and operational instruments, at diverse territorial levels. In the understanding that risk reduction must be approached in a holistic and transversal way, this platform represents a case study that demonstrates the effectiveness of the coordinated commitment of multiple organizations, an effort necessary in countries like Chile, with high exposure to numerous threats and a variety of underlying factors of disaster risk.

 

Keywords: Disaster risk management - management — governance — public policy public management public-private partnerships

 

 

Introducción


 

Por sus características geográficas y geológicas, el territorio chileno está expuesto a diversas amenazas, cuyo origen puede ser:

1)     natural: terremotos, tsunamis, marejadas, erupciones volcánicas y eventos hidrometeorológicos extremos que provocan a su vez inundaciones y remociones en masa, por mencionar algunos;

2)     antrópico: incendios forestales, ciberataques, conflictos sociales, entre otros;

3)     biológico-sanitario: la marea roja, que altera ecosistemas y compromete medios y modos de vida de las comunidades expuestas, o la actual pandemia por COVID-19, que ha alcanzado afectaciones directas e indirectas sin precedentes.

Así también, Chile presenta un elevado grado de vulnerabilidad ante los desastres. Lo anterior, se puede observar, por ejemplo, en los resultados obtenidos entre 2017 y 2019, tras aplicar la encuesta diseñada por la Plataforma Nacional para la Reducción del Riesgo de Desastres, que identifica y caracteriza


 

los factores subyacentes del riesgo a nivel local, donde un 89 % de las comunas del país tiene un rango moderado a alto de vulnerabilidad (Oficina Nacional de Emergencia, 2016). Adicionalmente, en la encuesta CASEN 2017, se observa un estancamiento en la pobreza multidimensional respecto de la medición de 2015, arrojando que un 20,7 % de los hogares chilenos se encuentra en esta condición que refleja carencias o privaciones en 5 dimensiones:

1)     educación,

2)     salud,

3)     trabajo y seguridad social,

4)     vivienda y

5)     entorno, redes y cohesión social.

Lo anterior, da cuenta de lo sistémico y complejo que es el riesgo de desastres, pues compromete no solo el bienestar y seguridad de la población, sino también el desarrollo sostenible de la nación a través del desempeño de los sectores productivos, la infraestructura, servicios, modos y medios de vida, ecosistemas, por mencionar algunos.

Por tanto, las consecuencias de la condición de alta recurrencia y diversidad de amenazas en todo el territorio nacional, la elevada exposición de la población y bienes, variado espectro de vulnerabilidad y de factores subyacentes del riesgo de desastres, confluyen en situaciones de riesgo que se manifiestan multiescalar y multidimensionalmente, impactando a toda la sociedad y comprometiendo la sostenibilidad del desarrollo del país. Por ello, el desafío y permanente oportunidad de mejora está en aprender de las experiencias –nacionales e internacionales– y propiciar que una gestión prospectiva del riesgo de desastres sea considerada como estrategia para el desarrollo sostenible.

Como antecedente, Chile registró entre 1980 y 2011 pérdidas promedio anuales cercanas al 1,2 % de su PIB debido a desastres de origen natural. La posibilidad de sufrir con frecuencia importantes daños y pérdidas, tanto en términos de vidas humanas como económicas y financieras, es uno de los mayores desafíos que enfrenta el país (Consejo Nacional de Innovación para el Desarrollo, 2016).

Así también, en el Plan de Acción Nacional para el Cambio Climático 2017-2022, se argumenta que Chile es un país considerablemente vulnerable, cumpliendo con siete de los nueve criterios enunciados por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, a saber: posee áreas costeras de baja altura; zonas áridas y semiáridas; zonas de bosques; territorio susceptible de desastres de origen natural; áreas propensas a sequía y desertificación; zonas urbanas con problemas de contaminación atmosférica; y ecosistemas montañosos (Ministerio del Medio Ambiente, 2016).


 

De ese contexto, se desprende que algunos eventos en Chile serán cada vez más frecuentes, extremos e intensos, producto del cambio climático que exacerba aquellos de origen meteorológico, hidrometeorológico y climatológico, pudiendo transformarse esta situación en una constante creciente en el país que reconfigure algunas actividades humanas en búsqueda de la adaptación a esta nueva realidad nacional, regional y global y que fuerce a un abordaje cada vez más sistémico para una gestión integral del riesgo de desastres.

Como antecedente clave que contribuye a este artículo, es relevante señalar también que el índice de gobernabilidad y políticas públicas en gestión del riesgo de desastres (Banco Interamericano de Desarrollo, 2013) arrojó para Chile un nivel incipiente en términos de satisfacer condiciones habilitantes —presupuestarias, normativas e institucionales— para la implementación efectiva de una política nacional en esta materia. Las componentes mejor evaluadas resultaron ser: preparación para la respuesta y la reducción del riesgo de desastres, mientras que las peores correspondieron a protección financiera y planificación para la recuperación posdesastre.

 

Antecedentes


 

Para conocer los orígenes de la plataforma nacional, hay que remontarse diez años atrás, cuando el terremoto de magnitud MW 8,8 y su consecuente tsunami destructivo sacudieron la zona centro sur del país el 27 de febrero de 2010, significando un punto de inflexión para todo el sistema nacional de protección civil, el que ha experimentado significativos y continuos mejoramientos inmediatamente después de la ocurrencia de esta catástrofe.

En 2010, cinco años después de que Chile adhiriera al «Marco de acción de Hyōgo para la reducción del riesgo de desastres 2005-2015» y, por consiguiente, año que corresponde a la mitad de su período de implementación, el país poco había avanzado conscientemente respecto de lo que dicho referente internacional establecía. Destaca, sin embargo, la ejecución de algunas iniciativas aisladas, provenientes del ámbito científico, técnico-académico y de la cooperación internacional, sumadas a incipientes esfuerzos por entender y superar el fallo sistémico evidenciado tras el evento catastrófico, siendo aún lejana la apropiación y más aún, la cabal comprensión en el quehacer nacional de la gestión del riesgo de desastres y de su fin: la reducción del riesgo de desastres.

Estos y otros antecedentes nacionales, servirían de contexto para que el Gobierno solicitase al Sistema de Naciones Unidas una evaluación del estado de la gestión del riesgo de desastres en el país. Se constituyó entonces una misión interagencial de expertos, de cuyo trabajo de análisis, recopilación de


 

testimonios y antecedentes surgió el informe diagnóstico titulado «La situación de la reducción del riesgo de desastres en Chile» (Organización de las Naciones Unidas [ONU], 2010), el que propone 75 recomendaciones.

Dichas recomendaciones se fundamentaron en torno a las prioridades definidas en el «Marco de acción de Hyōgo», ejes que se resumen como sigue: fortalecimiento institucional; fortalecimiento de los sistemas de monitoreo y alerta temprana; fomento de la cultura de la prevención y el autoaseguramiento; reducción de los factores subyacentes del riesgo de desastres; y preparación ante los desastres para lograr una respuesta eficaz.

El informe ubica en el primer lugar de las recomendaciones la necesidad de formular una política nacional para la gestión del riesgo de desastres a través de un proceso multisectorial, interinstitucional que involucre a todos los actores del sector público, privado y sociedad civil, invitando también a su respectiva traducción mediante un plan nacional que considere las particularidades territoriales (ONU, 2010, p. 50).

Para la ejecución de dicha tarea, la Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior y Seguridad Pública recurre a considerar con carácter prioritario la recomendación número 24 del mismo informe, relacionada al «establecimiento de una plataforma nacional para la reducción del riesgo de desastres, a través de un mecanismo de coordinación intersectorial e interinstitucional en el que participen los principales actores relacionados con la reducción del riesgo de desastres» (ONU, 2010, p. 51).

Logros a la fecha

La sugerencia de constituir un mecanismo que funja como espacio fértil de gobernanza se empieza a gestar en 2012, cuando se constituye la Plataforma Nacional para la Reducción del Riesgo de Desastres con alrededor de 30 organismos, cuyos representantes en su mayoría provenían del sector público y principalmente vinculados a la prevención de riesgos laborales —salud y seguridad ocupacional—, pero no tanto a la gestión del riesgo de desastres.

En 2014, la Plataforma Nacional concreta su primer logro atendiendo la prioridad recomendada por Naciones Unidas años atrás, presentando la Política Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, para luego en 2015 formular su respectivo Plan Estratégico Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres. Estos instrumentos estarían vigentes en Chile hasta 2018 y, pese a estructurarse en torno a los principios de acción del Marco de Hyōgo, consideraron tangencialmente algunos aspectos en los que el nuevo referente global pondrá acento hasta 2030. Así, esta primera política pública preparará la transición a este nuevo compromiso internacional permitiendo, por un lado avanzar en lo que Hyōgo invitaba bajo el lema «aumento de la resiliencia de las naciones y


 

las comunidades ante desastres» (ONU, 2005, p. 1) y, por otro, iniciar el proceso de promoción e instalación de diversas iniciativas a nivel intersectorial para ir asentando gradualmente la gestión del riesgo de desastres y buscando mayor compromiso con esta estrategia de alcance nacional.

A partir de 2015, Chile adhirió a una batería de compromisos impulsados por Naciones Unidas cuyo abordaje acoplado apunta a alcanzar el desarrollo sostenible —en la integralidad de las dimensiones social, económica y ambiental— y, por ello, comparten indicadores de logro que ponen de manifiesto que sus implementaciones deben ser sinérgicas.

De la mano entonces de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la Nueva Agenda Urbana Hábitat III, el Acuerdo de París para la Adaptación al Cambio Climático, Agenda de Acción Addis Abeba sobre la financiación para el desarrollo, el Marco de Sendai para la reducción del riesgo de desastres 2015- 2030, entre otros referentes ratificados por el país —por mencionar algunos complementarios, destacan aquellos relacionados a materias de promoción y protección de derechos humanos, de eliminación de toda forma de discriminación contra la mujer, entre otros enfoques transversales—, Chile asume el desafío de plasmar estas orientaciones internacionales en diferentes líneas de acción que promueven los instrumentos de gestión del riesgo de desastres, sumados al interés de reducir brechas evidenciadas en los procesos de implementación de políticas e iniciativas de gestión predecesores.

Mediante el mecanismo de gobernanza que representa la plataforma y ya con la experiencia de haber gestado la primera política nacional en la materia, en 2017 la Oficina Nacional de Emergencia impulsó la formulación de una moderna Política Nacional para la Reducción del Riesgo de Desastres y el Plan Estratégico Nacional para la Reducción del Riesgo de Desastres 2019-2030, los que apuntan a fortalecer la institucionalidad y a dar continuidad a los esfuerzos que vieron sustento en sus homónimos nacionales vigentes en el período 2015-2018.

A la fecha, la Plataforma Nacional sigue vigente, reuniendo más de 180 organismos representantes del Sistema Nacional de Protección Civil

—convocando a cerca de 500 miembros activos—, habiéndose validado como el mecanismo de gobernanza en el país del cual ha surgido la política en esta temática2 y un sinfín de instrumentos de gestión, planificación y operativos. Los representantes —designados o ratificados año a año por sus respectivas autoridades— responden a variados perfiles, algunos de carácter estratégico

—para facilitar la toma de decisiones cuando corresponda— y otros de carácter


 

2 Política Nacional y Plan Estratégico Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres 2015-2018, aprobados mediante decreto supremo Nº 1.512, de 2016, y decreto exento Nº 3.453, de 2017, respectivamente, ambos del Ministerio del Interior y Seguridad Pública; y las versiones sucesoras correspondientes a la Política Nacional y Plan Estratégico Nacional para la Reducción del Riesgo de Desastres 2020-2030, aprobados mediante decreto supremo 434 y decreto exento 1392, del Ministerio del Interior y Seguridad Pública, año 2020.


 

técnico, siendo estos muchas veces los encargados de áreas de gestión del riesgo de desastres/reducción del riesgo de desastres/emergencias en sus respectivos servicios, dependencias que con el tiempo se han instalado en la orgánica de varios ministerios y servicios dependientes y relacionados.

En relación a su caracterización, se puede mencionar que la conformación de la Plataforma Nacional a la fecha corresponde a un 69 % proveniente del sector público, 14 % de organizaciones de la sociedad civil, 6 % academia-centros de investigación-universidades, 6 % organismos técnicos y 5 % catalogables como

«otros», siendo estos últimos algunos organismos autónomos, descentralizados y colegios profesionales. Desde un enfoque de género, es posible observar también una tendencia en el tiempo al alza de la paridad, dado que actualmente la proporción hombres/mujeres es del 56 % y 44 % respectivamente.

La plataforma cuenta con reglamento de funcionamiento, en el que se describe a lo menos: la existencia de un comité directivo que define algunas líneas de trabajo prioritarias anuales —actualmente integrado por el Ministerio Secretaría General de la Presidencia y la Oficina Nacional de Emergencia—, el rol de la secretaría ejecutiva de la Oficina Nacional de Emergencia en términos de su coordinación y las variantes de trabajo, por mencionar algunos aspectos que regulan su operación. En lo que atañe a la modalidad de funcionamiento, observamos básicamente dos formatos: el primero de ellos consiste en mesas de trabajo, las que son espacios intersectoriales temáticos que cuentan con un organismo líder

—que actúa como jefe de proyecto— y varios organismos colaboradores que, en conjunto, velan por el desarrollo del objetivo, meta y plazo de la determinada acción estratégica que los convoca. La segunda categoría corresponde a sesiones plenarias, las que tienen un carácter informativo y de rendición de cuentas para ir presentando a los miembros de la plataforma los avances en cuanto a la implementación de los instrumentos de gestión nacionales u otros contenidos que se consideren pertinentes y de interés de difundir en pleno, pues obedecen a algún impulso dado este mecanismo de gobernanza.

Recientemente la Plataforma Nacional recibió el reconocimiento internacional, siendo destacada en la publicación «Words into Action» de la Oficina de Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (2020). Así también, un producto elaborado por la plataforma denominado «Metodología de identificación y caracterización de los factores subyacentes del riesgo de desastres a nivel comunal» (Oficina Nacional de Emergencia, 2016) ha sido objeto de publicaciones extranjeras en las más importantes revistas afines y presentada en foros de alta calidad, dada su rigurosidad científica y lo pionera en la materia abordada.

En este sentido, el trabajo actual y por la próxima década de la plataforma es la ejecución y seguimiento de más de un centenar de acciones estratégicas plasmadas en la Política y Plan Estratégico Nacional vigentes, apelando


 

al principio de corresponsabilidad. Es decir, propiciando que los diversos organismos miembros del Sistema Nacional de Protección Civil contribuyan desde su quehacer al logro de las metas propuestas para la construcción de una sociedad y territorio más resilientes.

Cabe mencionar que la actual Política Nacional propone como pilares estratégicos los siguientes principios de acción adaptados del Marco de Sendai y adecuados al contexto y prioridades nacionales:

1.     Comprender el riesgo de desastres,

2.     Fortalecer la gobernanza para la reducción del riesgo de desastres,

3.     Planificar e invertir para la resiliencia,

4.     Preparar una respuesta eficiente y eficaz, y

5.     Fomentar una recuperación sostenible.

A modo de resumen, la Plataforma Nacional ha elaborado un sinfín de instrumentos para el sistema, destacando los siguientes productos dada la relevancia que revisten:

1.     Incorporación de la variable de riesgo en el Sistema Nacional de Inversiones, mediante una metodología de evaluación de riesgo de desastres en proyectos de infraestructura pública.

2.     Consideración de la gestión del riesgo de desastres en el sector laboral

—alianza público-privada—, permitiendo avanzar hacia la fiscalización de medidas que los propios centros de trabajo identificarán como prioritarias, según el contexto.

3.     Identificación y caracterización de los factores subyacentes del riesgo de desastres en el nivel comunal.

4.     Metodología que estandariza el levantamiento de recursos y capacidades para la respuesta en el Sistema Nacional de Protección Civil.

5.     Estandarización de los planes de continuidad operacional business continuity plan, BCP, por sus siglas en inglés—.

6.     Incidencia en capacitación de altos directivos públicos –ADP– junto al Servicio Civil.

Actualmente la plataforma se encuentra operando con diversas mesas temáticas intersectoriales tituladas: movilidad humana y cambio climático, patrimonio cultural —material e inmaterial—, revisión y actualización de normativa técnica y de ordenamiento territorial, recuperación sostenible posdesastre, acción fronteriza —considerando alcance insular y antártico—, educación,


 

laboral, ecosistema de investigación, innovación, desarrollo y emprendimiento

—I+D+i+e— para la resiliencia, evaluación ambiental estratégica, vinculación público-privada —iniciativa Arise Chile—, asistencia humanitaria, entre otras. Adicionalmente, avanza en otras materias que no necesariamente implican la conformación de mesas de trabajo, sino que se pueden concretar a través de gestiones y planes de acción entre Oficina Nacional de Emergencia y el organismo competente en el área.

Gracias a la consolidación y reconocimiento de la plataforma, también se han propiciado diversos instrumentos sectoriales de gestión del riesgo de desastres

—por mencionar algunos, destacan el Compromiso de Desempeño Colectivo (CDC) 2020 en la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura, la elaboración del Plan Estratégico para la Gestión del Riesgo de Desastres 2020-2030 en el Sector Sanitario impulsado por la Superintendencia de Servicios Sanitarios SISS y la constitución oficial de la Mesa Gestión del Riesgo de Desastres en el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos—. De la misma manera se han generado lineamientos para que varias políticas públicas sectoriales contemplen aspectos de gestión y reducción del riesgo de desastres desde los ámbitos de acción que abarcan.

Así también, se ha fortalecido la línea comunicacional con el objeto de que el quehacer de la plataforma se difunda por varios canales y a distintos públicos objetivos, favoreciendo el conocimiento de esta instancia y de sus productos. Ello incluso ha permitido que entidades internacionales pongan los ojos en las actividades en desarrollo, como ha sido el caso reciente de la Platform on Disaster Displacement —Plataforma de Desplazamiento por Desastres— quienes advirtieron que Chile ha iniciado los esfuerzos por caracterizar el fenómeno de movilidad humana por desastres y cambio climático y han ofrecido apoyo técnico a la Mesa de la Plataforma que aborda esta temática.

Continuando con gestiones que apunten a su fortalecimiento, es importante mencionar que, tanto el actual Programa de Gobierno, la Política Nacional para la Reducción del Riesgo de Desastres, como el Plan Estratégico Institucional de Oficina Nacional de Emergencia 2019-2023, proponen avanzar hacia la descentralización del modelo de gobernanza que representa la Plataforma Nacional, relevando las particularidades y prioridades territoriales. Por ello, a partir de 2020, la Oficina Nacional de Emergencia, a través de sus direcciones regionales, ha iniciado el proceso gradual de conformación de las plataformas regionales para la reducción del riesgo de desastres, de manera tal que propicien un espacio sinérgico y fecundo para desarrollar iniciativas tendientes a la reducción del riesgo de desastres en sus respectivos territorios. A la fecha de este artículo, ya se cuenta con resoluciones que avalan la constitución de plataformas regionales en Tarapacá, Coquimbo, Maule, Los Ríos y Magallanes. Se espera que en los próximos años concluya el proceso gradual de conformación de plataformas regionales, dejando instalado el mecanismo y vínculo de


 

trabajo intersectorial que facilite la gestión del riesgo de desastres en el nivel subnacional.

Al igual que la versión nacional, se espera que las plataformas regionales contribuyan principalmente a:

1.     Establecer directrices que permitan la formulación e implementación de instrumentos de gestión y reducción del riesgo de desastres, así como aquellas iniciativas que se desarrollen a su alero;

2.     Velar por la coherencia de los instrumentos afines, cualquiera sea su naturaleza, y su integración en aquellos sectoriales de alcance nacional y regional. De esta manera se propicia sinergia entre las distintas instancias intersectoriales instaladas en la región, teniendo presente lo que emane de la Política Nacional, Plan Estratégico Nacional y Plan Regional de Reducción del Riesgo de Desastres, entre otros referentes que se consideren relevantes, según el contexto.

3.     Constituir una red público-privada que permita el intercambio y diálogo permanente de experiencias y buenas prácticas en gestión del riesgo de desastres, pudiendo ejercer como brazo operativo de aquellos requerimientos o prioridades que identifique el Comité Regional de Protección Civil.

4.     Facilitar la vinculación efectiva con la versión nacional, la que a su vez hace de columna vertebral en términos de seguimiento a los acuerdos internacionales afines a la materia a los que el país adhiere.

Futuros desafíos

No es casualidad que los marcos internacionales afines al desarrollo sostenible, tengan al centro de sus propósitos el aumento de la resiliencia de las comunidades con un enfoque inclusivo que explicita «que nadie se quede atrás».

Pese a los esfuerzos que el mundo, y por cierto Chile, ha venido realizando en términos de institucionalidad para gestionar el riesgo de desastres, los mecanismos y estructuras existentes parecen ser todavía insuficientes para alcanzar una robusta gobernanza, que permita planificar y enfrentar —de una manera sistémica y versátil— la dinámica que representan los escenarios de riesgo cada vez más intensos y complejos.

Resiliencia «Da cuenta de un proceso dinámico asociado a la capacidad de un sistema y de sus componentes, tales como población, infraestructura, servicios, medios de vida o medio ambiente entre otros, para anticipar, resistir, absorber, adaptar y recuperarse de los efectos de un evento, de manera integral, oportuna y eficaz, incluso garantizando la preservación, restauración o mejora de sus estructuras y funciones básicas» (Oficina Nacional de Emergencia, 2020), invita


 

a reflexionar acerca de cuán capaces somos para sobreponernos a una situación disruptiva con un estatus mejor al que teníamos, y cómo y cuánto tiempo puede tardar una recuperación integral posdesastre.

Esta es la apuesta que debemos asumir desde nuestros ámbitos de acción, no solo restaurar sino rehabilitar y reconstruir «mejor», planificando las inversiones e intervenciones para que consideren no generar nuevos riesgos y reducir los existentes, de tal modo que los procesos de recuperación sean sostenibles.

En esa línea, el actual contexto de pandemia por COVID-19 ha remecido globalmente no solo a los organismos a cargo de la crisis sanitaria, sino que está forzando que sea objeto de análisis desde múltiples sectores, escalas y dimensiones. Se ha puesto de manifiesto que las recuperaciones posdesastres no siempre obedecen a un hito temporal como ocurre con eventos de manifestación súbita, sino que pueden ser procesos lentos, largos, inciertos y complejos, en donde además no siempre el ámbito físico es el más afectado, sino que también ámbitos a veces intangibles, indirectos y complejos de medir

—y más aún de cuantificar— como es el caso de la salud mental. La reactivación económica de los modos de vida, el repensar las dinámicas de las ciudades e individuos empujarán, sin duda, cambios en numerosos aspectos del bienestar social, todo ello requerirá de gobernanzas cohesionadas y fortalecidas, con capacidad adaptativa y de mejorar sus procedimientos de manera continua, sistémica y coordinada.

En ese sentido, la Plataforma Nacional para la Reducción del Riesgo de Desastres y sus incipientes homólogas regionales seguirán contribuyendo a brindar espacios fructíferos de diálogo y de trabajo concreto que aporten a impulsar iniciativas intersectoriales con el objeto de que la reducción del riesgo de desastres se instale como prioridad, entendiéndola y asumiéndola como estrategia para el desarrollo sostenible del país, junto a otros enfoques complementarios y transversales como la adaptación al cambio climático y el armonioso desarrollo de ciudades. Fortalecer la institucionalidad de la Plataforma Nacional es un dividendo directo que tributa a una sólida gobernanza para la reducción del riesgo de desastres en Chile, aspecto crucial para permear a todos los actores y sectores de la sociedad y transitar a comunidades, instituciones y territorios menos vulnerables y, por ende, más resilientes.

 

 


Referencias

 

        Banco Interamericano de Desarrollo. (2015). Índice de gobernabilidad y políticas públicas en gestión de riesgo de desastres (iGOPP): informe nacional. https://publications.iadb.org/es/publicacion/15466/indice-de- gobernabilidad-y-politicas-publicas-en-gestion-de-riesgo-de-desastres


 

        Consejo Nacional de Innovación para el Desarrollo. (2016). Estrategia nacional de investigación, desarrollo e innovación para un Chile resiliente frente a desastres de origen natural. http://www.cnid.cl/wp-content/ uploads/2016/12/INFORME-DESASTRES-NATURALES.pdf

        Ministerio del Medio Ambiente. (2016). Plan de Acción Nacional para el Cambio Climático 2017-2022. https://mma.gob.cl/wp-content/ uploads/2017/07/plan_nacional_climatico_2017_2.pdf

        Oficina Nacional de Emergencia. (2016). Identiflcación de los factores subyacentes del riesgo de desastres. http://repositoriodigitalonemi.cl/ web/bitstream/handle/2012/1788/InstructivoEncuestaFSR_Comunal_2ed. pdf?sequence=1&isAllowed=y

        Oficina Nacional de Emergencia. (2020). Política Nacional para la Reducción del Riesgo de Desastres. Decreto supremo 434, de 2020, del Ministerio del Interior y Seguridad Pública (en trámite de toma de razón en Contraloría General de la República).

        Oficina para la Reducción del Riesgo de Desastres de Naciones Unidas. (2005). Marco de Acción de Hyōgo. https://www.eird.org/cdmah/contenido/ hyogo-framework-spanish.pdf

        Oficina para la Reducción del Riesgo de Desastres de Naciones Unidas. (2020). Words into Action. https://www.preventionweb.net/ files/65095_65095wianationaldrrstrategies100520.pdf

        Organización de las Naciones Unidas. (2010). Diagnóstico de la situación de la reducción del riesgo de desastres en Chile. https://www.undrr.org/ publication/diagnostico-de-la-situacion-de-riesgo-de-desastres-en-chile